HidroAysén y las sutiles condiciones de la confianza
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Cristián Saieh
El fracaso de HidroAysén es el botón de muestra para reiterar que en materia de políticas públicas no basta una institucionalidad de carácter estrictamente técnico y político; se requiere de mecanismos alternativos de solución de divergencias que integren las visiones de los involucrados de manera de obtener consensos negociados, previa generación de la indispensable confianza.
La democracia de los acuerdos de los 90 permitió destrabar decenas de políticas públicas que requerían de amplios compromisos. Hoy se echa de menos; cuestiones tan relevantes para el país y el bienestar de los ciudadanos como la política de recursos naturales (caso HidroAysén) y ordenamiento urbano, fracasan por falta de diálogo.
Pero no es solo el conflicto en materia energética; somos testigos de otros tantos de ya larga data como el estudiantil, el mapuche y el electoral. Estas controversias comparten una característica: encauzan las exigencias de los individuos de ser escuchados, prescindiendo de los mecanismos e instancias institucionalizadas de representación.
El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) dio a conocer un informe de desarrollo humano en Chile, el cual señaló que los chilenos hemos disminuido los grados de confianza en las instituciones, en la transparencia y prontitud de respuesta por parte de sus autoridades, en la representatividad de las organizaciones del sistema político y en el modelo económico y su capacidad para disminuir la desigualdad.
Falta confianza. La ausencia de ésta y de mecanismos de solución alternativa de divergencias nos indican que desconocemos que la vida en sociedad es una negociación permanente. La convivencia humana genera situaciones en las que se necesita coordinar acciones y discutir prioridades para llegar a acuerdos. El mecanismo por excelencia debe ser la negociación para dejar atrás la excesiva judicialización y la rigidez de las mayorías aplastantes en el congreso o en las calles.
En las condiciones actuales los actores políticos y grupos de interés tienden a ver lo que quieren ver; escuchar lo que quieren escuchar y hacer lo que quieren hacer. Por esto, es indispensable que aumente la comunicación y encauzar el diálogo. La dificultad es que actualmente hay muchas sospechas y suspicacias ¿por qué?: desconocemos el contenido de la mente de los demás. No podemos adivinar las intenciones ni las expectativas de los otros. Las consecuencias de desechar los actos y opciones que el otro puede adoptar son que, en el ambiente actual, pensamos de la peor manera. Recordemos que los que negocian no son solo criaturas de la razón sino de la emoción.
Para superar esta dificultad es necesario dar confianza para recibir confianza. No se genera ésta con aplanadoras, negativas a dialogar, reuniones de 15 minutos, señalando que existen “principios intransables” o dilatando por años proyectos de ley. Se requiere tener la convicción de generar políticas públicas en que todos los sectores sean y se sientan partícipes. De lo contrario, nos quedan muchos HidroAysén en el camino.